martes, 1 de diciembre de 2009

La Mazorca
y la sodomia del choclo

"¡Viva la Mazorca,
Al unitario que se detenga a mirarla
Aqueste marlo que miras
de rubia chala vestido,
en los infiernos ha hundido
a la unitaria fracción"


Mayúscula fue la sorpresa de los estudiantes del Colegio Nacional, al vislumbrar el lanzamiento de esta nueva agrupación política. No se trata, no señores, de una lista sábana de El Eje, sino de una prolongación ideológica, expresada en torturas (es decir, pequeños correctivos) y la práctica totalitaria (de cualquier manera, todo es relativo). Al coincidir con las líneas generales, como los payasos del FEL llaman a votar a los extraterrestres de Tinta Roja, desde El Eje llamamos a votar a La Mazorca. Nos consideramos el único bloque representante de las voces del orden. Ya dimos el primer golpe e hicimos desaparecer aquel períodico subversivo conocido por el anglo americano nombre de "Fantasma escritor".

Esta organización parapolicial nace en el marco de la Sociedad Popular Restauradora, apoyo político del afamado Gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas, en 1833. Algunos unitarios, golpistas y malpensados le han atribuido a la Mazorca, en primer lugar, el origen de su nombre en un anagrama cuya reordenación correspondiente era "Más horca" (sin atender a la unión y cohesión grupal que la figura de la mazorca quería simbolizar), y también le han atribuido una matanza sin límites, debido a los "ríos de sangre" que recorrían las calles, que estaban, en verdad, formados por la sangre de degollados perros rabiosos, organizados en jaurías, que acorralaban a los ciudadanos. Así fue el comienzo de la bendita Mazorca. Sus orígenes en nuestro Colegio datan del año 1836, cuando El Restaurador desplazó a las autoridades del hasta entonces llamado Colegio de Ciencias Morales, educador de afeminados unitarios como Esteban Echeverría, y puso en su cúpula directiva a un grupo de jesuitas, dueños del establecimiento en sus comienzos (cuando pretendieron fundar el Colegio Grande de San Ignacio) En síntesis, el Colegio cambió su nombre al de Colegio de San Ignacio, y fue en ese momento cuando los federalísimos estudiantes organizados en torno a la Juventud Mazórquica del Colegio de San Ignacio (JUMACOSAI) detectaron en las autoridades jesuíticas un complot unitario en contra de Don Juan Manuel y la República. Fue así como fueron castigados por traición a la patria, pagando con sus cargos y cayendo en una sorpresiva gripe, los seis, al mismo tiempo. El Colegio cambió su nombre, nuevamente: ahora se llamaba Colegio Republicano Federal. Eliminados los focos insurrectos, la JUMACOSAI logró pasar desapercibida durante los años que siguieron hasta la batalla de Caseros, cayendo así definitivamente en el olvido, junto con la verdadera tradición federal de Rosas.

Durante el siglo XX, el desarrollo de esta organización en nuestro Colegio se vio impedido, y su inmensidad reducida a una cofradía más cercana a las prácticas esotéricas que al verdadero espíritu federal. Sólo logró conformarse con fuerza durante el último gobierno de Perón, bajo el nombre de "LA MAAAZORCA", gracias a un grupo de jóvenes comprometidos con la causa. Se dedicaron a limpiar al colegio de franceses, cuya literatura sirvió de faro a los "salvages" unitarios, y también de uruguayos, brasileros, correntinos y entrerrianos, por haber luchado en conjunto a favor de la caída de Juan Manuel de Rosas. Algunos los acusaron de anticuados por responder a ideales dejados atrás en el siglo XIX, pero no comprendieron sus fuerzas renovadoras: la lucha era también contra el comunismo. Luego de la finalización del PRN, la sinagoga radical y las promesas democráticas aplastaron a la Mazorca, que se escondió en las sombras. Hasta ahora.
Corriendo el año 2009, unos jóvenes del último año se dedicaron a reavivar el fuego de la santísima federación. Sus actividades fueron de las más variadas: desde columnas en el boletín interno del Opus Dei, hasta acciones directas y concretas. Su hipótesis inicial fue la siguiente: ante el avance de las ateas corrientes de izquierda, homosexualidad y cultura globalizada, los valores del pasado y de nuestra tierra, hoy ultrajados, debían general un contraavance efectivo. Comenzaron dejando amenazas de muerte en el CERLE, realizando pintadas contra Galileo en el observatorio, y robando los bustos de los afrancesados Miguel Cané y Amadeo Jacques. Una vez que consiguieron más adeptos, su accionar se profundizó, aplicando las torturas típicas de la organización, y robando los ejemplares de "El Matadero", del ya mencionado Echeverría, de la biblioteca.

Fue el primer gran golpe. Corría el mes de Septiembre, el aire a libertinaje podía olerse. En ese momento, los integrantes de La Mazorca secuestraron a todos los miembros de la Comisión Diversidad, a fin de torturarlos hasta conseguir, al menos, un cambio de colegio. Procedieron a la tortura clásica: hostigar a los torturados mediante la introducción de un fruto de maíz en la retaguardia. Fue la primera decepción que la organización tuvo que sufrir: lejos de conseguir gritos pidiendo piedad, los integrantes de la Comisión aceptaron pasivamente
la tortura. Algunos de ellos, se presume, hasta llegaron a disfrutarlo.
Sin embargo, tras reponerse de semejante error, doblaron su fuerza, y consiguieron presentarse a elecciones. Algunas voces sostienen que ellos robaron la lista de avales del FEL, no pudiendo estos últimos presentarse, por lo cual decidieron llamar a votar a la, nunca tan mal llamada, Tinta Roja. Confiamos en el criterio de los estudiantes que comprenden los errores cometidos por generaciones y generaciones de "maximalistas". Confiamos en usted.



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